Recetas blindadas

por Juan Carlos Almonte.

La receta médica es un documento poderoso. El Código Sanitario estipula que lo que en ella se escribe es sagrado. Entonces el médico escribe y luego tanto el dependiente de la farmacia como el paciente simplemente acatan. Suena absolutamente lógico. Quien posee los elementos técnicos es el doctor. Sin embargo, como veremos en este post, esta característica de la receta puede ser un arma de doble filo.

Para poder prescribir, el médico tiene básicamente tres opciones una vez que ya decidió qué principio activo utilizar: puede indicar el fármaco original, un genérico, o un “similar” (o genérico de marca). En el caso de los dos últimos, su disponibilidad en las farmacias dependerá de cuestiones de índole comercial y de propiedad intelectual.

En Chile, es el tercer grupo de medicamentos (genéricos de marca) el que alcanza los mayores niveles de ventas tanto en volumen como en costo. Las campañas de marketing dirigidas a los médicos sólo promocionan originales y genéricos de marca. Existen laboratorios que ofrecen exactamente el mismo medicamento, tanto en versión genérica (sin marca) como bajo una marca determinada (en este caso, la única diferencia está en el envasado). Por cierto los esfuerzos de marketing van enfocados a la presentación de marca, que en la farmacia tendrá un precio significativamente mayor al simple genérico.

La gran pregunta –que muchas veces se hacen los pacientes– es en qué se basa el médico para prescribir una u otra marca (o simplemente el genérico). En un contexto regulado, en el que todos los laboratorios y fármacos cumpliesen con las exigencias estándar de calidad y bioequivalencia, podemos suponer que el principal determinante sería el precio. Tal vez en ciertos casos otras variables pudiesen también incidir en la elección, como el sabor o la “fraccionabilidad” del medicamento.

Sin embargo, en la situación actual en nuestro país –esto es, estandarización parcial y marketing no regulado–, la respuesta a la pregunta planteada en el párrafo anterior suele ser: una de las marcas que esté en la cabeza (o en el lápiz) del médico a la hora de recetar. Parece un poco burdo y simplista pensar de esta forma. Incluso parece agresivo para con el gremio el solo sugerir que esto pueda ser así. Sin embargo, para los equipos de marketing esto es pan de cada día. La fidelización a través de una relación duradera entre la empresa y el médico, complementada por obsequios muchas veces de índole (o apariencia) educativa, es clave para aumentar las ventas de un producto específico. No se trata de que saliendo de una conferencia sobre el nuevo anti-hipertensivo vamos a salir corriendo a prescribirlo. El mecanismo opera de manera más compleja y a largo plazo, cuando ya ni siquiera nos acordamos de haber ido a dicha conferencia.

Se discute en estas semanas en el Parlamento chileno una reforma al Código Sanitario. Uno de los puntos en cuestión es si se le va a seguir dando este carácter sagrado a la palabra escrita en la receta. La posición del actual Ministro de Salud es la de obligar al médico a recetar utilizando la denominación genérica. Esto le entregaría la posibilidad tanto al paciente como al dependiente de la farmacia a escoger una marca determinada (o un genérico en caso de existir). Esto podría hacer que los esfuerzos de la industria se intensifiquen a nivel de la farmacia y sus químico-farmacéuticos y auxiliares. Finalmente, la razón para vender tal o cual marca sería los beneficios que le trae a quien la vende. Esto a menos que exista un esfuerzo por mejorar el acceso de los pacientes a las listas de medicamentos disponibles y sus respectivos precios. Pero para que esto tenga sentido, se requeriría un contexto regulado y con estándares de calidad garantizados, como ya adelantamos.

Seguir considerando en todos los casos la palabra escrita en la receta como incuestionable (en el sentido explicado en este post) es subestimar el impacto del arduo trabajo y de la gigantesca inversión que la industria farmacéutica realiza para que los médicos prefiramos una marca por sobre otra. Mantener el blindaje a la receta en una hipotética situación de regulación y estandarización estrictas, haría que se perpetúe el predominio de una medicina basada en marketing y no en datos.

9 comments

  • por Juan Pablo Morales.
    Sitio: Políticas Farmacéuticas

    En otros países existe la obligación por ejemplo de las farmacias de dispensar el medicamento más barato (pero en un marco de calidad e intercambiabilidad), en otros existe la posibilidad que sea el farmacéutico quien pueda decidir aconsejando al paciente (esto claramente en un ambiente libre de canelas).

    A mi gusto el tema en un ambiente tan influenciado, va por que sea el paciente quien este en la mejor posición de decidir, tomando en cuenta la prescripción de su médico y eligiendo libremente entre intercambiables, productos con certificación GMP y precio.

    Según mi gusto en un contexto de médicos influenciados por marketing y farmacéuticos condicionados a ordenes comerciales de cadenas, la única vía es empoderar al paciente para que a partir de un DCI o nombre genérico tenga la libertad de elegir, claramente entre medicamentos de calidad certificada y eficacia comprobada.

    • por Juan Carlos Almonte.
      Sitio: Médicos Sin Marca.

      El acceso a la información sobre precios es un tema super relevante. Primero, como cliente te encuentras con una seria dificultad para cotizar precios de manera expedita. Para empezar, no es posible hacerlo a través de internet, pues las farmacias no publican sus precios. Y en los locales, lo que suele ocurrir es que tienes que pedirle al vendedor que te diga las alternativas y los precios uno por uno, con una alta probabilidad de que trate de venderte una marca en particular (con comisión) y por tanto omita o niegue las otras.

      Otro punto interesante es que si comparas los precios que consiguen las grandes instituciones con respecto al precio del mismo producto en una farmacia, vas a encontrar diferencias que superan con creces el 100%.

      La única herramienta para la comparación de precios que conocemos es preciosderemedios.cl. Lamentablemente, no tenemos ninguna certeza respecto de su precisión y fiabilidad, ni hemos podido informarnos sobre quiénes son sus propietarios y responsables, o cuáles sus posibles conflictos de interés. (El sitio web ni siquiera incluye un «Quiénes somos» o información de contacto).

  • por Benjamín Téllez.

    Y aún se sigue sacando copia a las recetas para contraatacar a médicos que no tengan en mente determinadas marcas…

  • por Guillermo González.

    Quizá una de las limitantes que se tienen para prescribir los medicamentos genéricos o similares, o por lo menos así lo percibo de manera personal, es que no se tiene la certeza de la certificación de calidad de dichos productos y debemos recordar que en cada prescripción que hacemos como médicos, empeñamos nuestro prestigio y nuestro nombre.

    Si de manera colegiada, el personal de salud, la industria farmacéutica (desde investigación, pasando por la manufactura y hasta la comercialización) y las autoridades correspondientes trabajaramos en beneficio del receptor de nuestros esfuerzos, el paciente, seguro mantendríamos el respeto a la receta pero sobre todo, mantendríamos el respeto a las necesidades de nuestros pacientes.

    • por Juan Carlos Almonte.
      Sitio: Médicos Sin Marca.

      Muchas gracias, Guillermo, por tu comentario. Es cierto que en las condiciones actuales en nuestro país pueden presentarse dudas sobre la calidad de los productos genéricos y similares. Es por eso que el foco del post está puesto en una situación futura hipotética (y pienso que muy posible en el mediano a largo plazo). En la medida que lleguemos a contar con certificación de calidad y bioequivalencia, dejará de existir la limitante que mencionas en tu comentario.

      Sin duda la receta médica debe ser utlizada con respeto; o mejor aún, con responsabilidad. Pero para esto necesitamos -además de la calidad garantizada- ser conscientes de qué elementos están condicionando nuestra prescripción (en especial aquellos que tienen que ver con el marketing y no con la evidencia, y respecto de los cuales tenemos por regla general menos conciencia).

  • por Miguel

    Totalmente de acuerdo con el gran impacto de la industria en algún lugar de nuestra memoria… incluso en productos como cuadernos o post-its…

    En mi caso la mayoría de las veces que prescribo marca es para evitar confusiones en el paciente, porque así siempre se toma la pastilla de la caja verde por la mañana y no se confunde con el genérico de la otra cosa que también lleva caja verde…
    Un punto teóricamente sencillo sería que se regulara que tanto genéricos como marcas, dado un mismo principio activo, tuvieran colores, bandas, tamaño y tipo de letra, etc, estándar, para evitar confusiones.

  • por Verónica Yáñez

    Yo me considero sin marca. Pero no pude evitar alarmarme al comprobar personalmente que al usar el bioequivalente de mi fármaco habitual (de «marca») empecé con síntomas de privación que OH MAGIA desaparecieron al reiniciar el de marca. Sé que el N =1 no prueba nada pero… será hora de empezar a dudar tb de las pruebas de bioequivalencia de nuestro querido minsal?