No más almuerzos gratis

Traducción al español de editorial publicado originalmente en el BMJ (original aquí).

Lápices y almuerzos gratis. Congresos auspiciados y educación médica comprometida. Golf de cortesía y vacaciones inasequibles. Líderes de opinión y autores fantasma (ghostwriters). Estos son los signos visibles de que médicos y laboratorios se encuentran entrelazados en un abrazo de avaricia y exceso, un abrazo que distorsiona la información médica y la práctica clínica. Un artículo publicado en este número temático de la revista BMJ identifica 16 formas en las que los médicos se enredan con la industria farmacéutica. Usted probablemente puede identificar más. El número explora el alcance de esta relación, sus efectos sobre la investigación, su influencia en la prescripción y las consecuencias para los pacientes. Nuestro argumento central es que los médicos, las compañías farmacéuticas y –más importante– los pacientes, todos se beneficiarían de una mayor distancia entre los médicos y las compañías farmacéuticas.

Se necesitan dos, por supuesto, para enredarse, y esperamos que nadie vea este número temático como uno «anti» industria farmacéutica. Prácticamente todos los nuevos medicamentos desarrollados en los últimos 60 años –drogas que han transformado la medicina– han sido desarrollados o fabricados por compañías farmacéuticas. Los médicos y las compañías farmacéuticas deben trabajar juntos, pero los médicos no necesitan ser banqueteados, transportados lujosamente, alojados en los mejores hoteles, ni educados por las compañías farmacéuticas. El resultado es un sesgo en las decisiones tomadas en la atención de pacientes. Las compañías farmacéuticas son empresas que deben comercializar sus productos. A veces tuercen las reglas, pero son los médicos tal vez los más culpables de haber llegado a depender de la generosidad de los laboratorios. ¿Cómo es que hemos llegado al punto en que los médicos esperan que la información, la investigación, la educación, las organizaciones profesionales y la asistencia a congresos sean suscritos por la industria farmacéutica? Tanto los médicos como los laboratorios saben que hay algo malsano en esta relación, pero parecen incapaces de detenerse.

Algunos países y organizaciones profesionales —incluyendo más recientemente la Asociación Médica Mundial— han reconocido los peligros de esta proximidad y han desarrollado códigos de conducta (1, 2) . La propia industria tiene códigos. ¿Por qué esto no es suficiente? De nuevo, ambas partes son culpables. Los códigos de conducta son mero decorado de vitrinas a menos que sean explícitos y vigorosamente observados. Los vendedores de la industria inevitablemente los ven como el impulso para diseñar campañas cada vez más imaginativas que pongan a prueba los límites de tales códigos. Los médicos, por su parte, demasiado fácilmente se convencen a sí mismos de que su integridad profesional es inmune a la seducción de las compañías farmacéuticas. Demasiados médicos creen que las leyes de la economía pueden romperse y que el almuerzo gratis sí existe. Por desgracia, existe sólo en su imaginación.

Hay una creciente cantidad de evidencia de que los hábitos de prescripción de los médicos se ven influidos por los laboratorios, ya sea a través de las conversaciones con los visitadores médicos o a través de promociones de venta disfrazadas de educación médica. Un grupo de investigadores británicos encontró que los médicos que tienen un contacto frecuente con visitadores médicos están más dispuestos a recetar nuevos medicamentos, no se sienten cómodos con consultas que terminen solamente en consejo, y tienen una probabilidad mayor de acceder a prescribir un medicamento que no está clínicamente indicado. Es difícil no dejarse convencer por una sonrisa cálida, una comida gratis y un toque de adulación; un editorial adjunto describe cómo la información proporcionada a los médicos por las compañías farmacéuticas está sistemáticamente distorsionada. También hay peligro en las elegantes reimpresiones de artículos de revistas prestigiosas que el visitador médico trae consigo. Como es de esperar, los visitadores no traen reimpresiones que son desfavorables para sus productos.

Las revistas médicas están atrapadas en la disyuntiva entre publicar la investigación más relevante y válida o ser utilizadas como vehículos de propaganda farmacéutica. Si una revista publica un ensayo que favorece al fármaco A sobre el fármaco B, ¿es ésa una decisión científica o es una inversión empresarial a ser recuperada en una lucrativa venta de reimpresiones? Ciertamente hay peligros en la publicidad farmacéutica de revistas y suplementos auspiciados, y es por ello que las revistas necesitan sistemas para evitar que la publicidad influya el contenido editorial. Pero la cruda realidad es que sin el patrocinio de los laboratorios muchas revistas no sobrevivirían.

Aun así, las revistas llegan tarde a un proceso de investigación que toma muchos años de planificación, ejecución e interpretación. El cuidado en la eliminación de la influencia de la industria y en la protección de los pacientes comienza en la etapa de planificación. Los comités de ética de la investigación tienen un papel vital en asegurar que los nuevos ensayos clínicos sean científicamente justificables. El desarrollo y la comercialización de medicamentos es una industria de miles de millones de dólares, donde los intereses financieros influyen en el diseño y la planificación de los ensayos clínicos. Muchos trucos pueden ser utilizados para proporcionar a los laboratorios los resultados que desean, incluyendo comparar el nuevo fármaco con un placebo en lugar de compararlo con un tratamiento estándar basado en evidencia, o comparar la nueva droga con un medicamento existente inadecuado o con una dosis muy baja de otra droga existente (3, 4). Dos nuevos estudios apoyan estas preocupaciones. Una revisión sistemática realizada por investigadores norteamericanos encontró que los estudios patrocinados por las compañías farmacéuticas tienen una probabilidad cuatro veces mayor de tener resultados que favorecen al patrocinador que los estudios financiados por otras fuentes. Investigadores europeos revisaron los estudios controlados con placebo de los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS) y encontraron una literatura plagada de publicación múltiple y selectiva de los estudios que muestran efectos significativos de la droga, y de reporte selectivo donde se ignoran los resultados de los análisis por intención de tratar y se destacan en cambio los análisis por protocolo.

Si bien estas maquinaciones llegado el momento afectan la atención a los pacientes, las compañías farmacéuticas tienen muchas otras vías de influencia, incluyendo el financiamiento –a menudo en secreto– de organizaciones de pacientes y de compañías de relaciones públicas. Estos métodos de influencia sobre los médicos ayudan a la industria a disfrazar su propio interés.

La industria farmacéutica es inmensamente poderosa. Es una de las industrias más rentables, es verdaderamente global, y está estrechamente conectada con políticos, especialmente en Estados Unidos. En comparación con ella, la medicina es un mamarracho desorganizado. Los médicos se han hecho dependientes de la industria de una manera que menoscaba su independencia y su capacidad para hacer lo mejor posible por sus pacientes. Grupos médicos de reforma en Estados Unidos están llamando a una mayor distancia en las relaciones con la industria y a una educación y fuentes de información independientes. La Universidad de California está considerando poner fin a los almuerzos gratis pagados por las compañías farmacéuticas, y a los estudiantes de medicina americanos se les está pidiendo que juren una versión revisada del juramento hipocrático que prohíbe la aceptación de dinero, regalos u hospitalidad. Estos son movimientos que en todo el mundo los médicos deberían seguir.

Kamran Abbasi, deputy editor, BMJ. (En Twitter: @KamranAbbasi)
Richard Smith, editor, BMJ. (En Twitter: @Richard56)

3 comments

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  • por Julio César Castro.

    ESTIMADOS COLEGAS DE MÉDICOS SIN MARCA:

    Excelentes artículos empezando por este de NO MÁS ALMUERZOS GRATIS.
    Efectivamente, debo confesarles que más de una vez he asistido a algún almuerzo o cena opípara con vino o cerveza incluidos en pequeños grupos de colegas por algún laboratorio farmacéutico. Más allá que el suscrito es poco aficionado al beber, y que las reuniones aparentemente son afables, amistosas y no desembozadamente direccionadas, es claro que los médicos invitados muchas veces tendíamos a considerar alguno de sus productos en la prescripción, por más que uno trata de vacunarse contra eso. Coincido con ustedes que la mejor vacuna ES NO ACEPTAR MÁS INVITACIONES a almuerzos, cenas, e incluso «inocentes» concursos fotográficos, literarios, etc.

    Saludos reflexivos desde Piura (PERÚ).

    Julio César Castro Castro
    Médico Psiquiatra.
    Docente universitario Facultad de Medicina Universidad Nacional de Piura.