Cannabis ¿Medicinal?

La recientemente divulgada investigación de fundación Epistemonikos sobre los altos riesgos y relativamente nulos beneficios del uso medicinal de cannabis apunta en la dirección correcta: se trata de un trabajo libre de conflictos de intereses, y regido por los estándares más altos y exigentes de lo que se considera hoy evidencia científica de calidad.

La promoción de una práctica clínica y de políticas sanitarias basadas en evidencia de calidad constituye un imperativo ético cuyo objetivo último es el mejor cuidado de la salud de las personas.

Sin embargo, a lo largo de su historia, la medicina ha estado expuesta a influencias que la han alejado de dicho ideal: la pseudociencia, la reverencia al maestro y la sobrevaloración de las percepciones recogidas de la propia experiencia —plagada de sesgos y azares— explican la administración generalizada de tratamientos inútiles y nocivos por más de dos mil años (purgantes, sangrías, etc.).

Incluso hoy sigue vigente la necesidad de combatir a los agentes distorsionadores del buen ejercicio clínico, entre los que se encuentran el marketing de la industria farmacéutica, y una amplia gama de disciplinas “alternativas” que anteponen supuestos pseudocientíficos y la autocomplacencia en la evaluación de experiencias anecdóticas, por sobre la evidencia científica.

En este sentido, la recientemente divulgada investigación de fundación Epistemonikos sobre los altos riesgos y relativamente nulos beneficios del uso medicinal de cannabis apunta en la dirección correcta: se trata de un trabajo libre de conflictos de intereses, y regido por los estándares más altos y exigentes de lo que se considera hoy evidencia científica de calidad.

Es por ello que vemos con preocupación la reciente aprobación por parte de la Cámara de Diputados del proyecto para uso medicinal de la cannabis, pues supone un retroceso en los estándares de calidad que debieran guiar las decisiones del ámbito sanitario.

Mesa Directiva de Médicos Sin Marca

 

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